Resulta que estaba por París, en el cementerio de Père Lachaise, donde sabéis que entre otros ilustres están enterrados Oscar Wilde y Jim Morrison, y me puse a buscar la tumba de la Condesa de Noailles, rama noble y aristocrática de la cual salieron los bastardos Nouaille, y en su lugar me encontré con esto:
Y no, todavía no estoy muerto, pero da bastante yuyu encontrarte con tu tumba en un cementerio... Me sentí un poco como Huckleberry Finn...
Por cierto, fetichistas, aquí tenéis la de Jim Morrison, quien murió a la tierna edad de 27 años (¡felicidades, Maka! Ahora a superar la edad maldita) y cuya tumba sirve ahora de lecho nupcial para que las parejas morbosas bailen sobre ella:
lunes, 21 de septiembre de 2009
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4 comentarios:
Pues en el de mi pueblo ves cosas de esas a patadas (ver gente enterrada que se llama igual que algún vivo).Está curiosote,seguro que te rallaste,jj.
Ah! y gracias por la felicitación!
seguro que no es un fallo de matrix?
Joder Mario, ¡qué friki eres!(lol)
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